Resiliencia

Editorial

“La resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse levemente con resultados positivos frente a situaciones adversas. Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos.”

Este casi año de pandemia global causada por el virus Covid-19, y estos casi 7 meses de cuarentena, aunque cada vez más “light”, me han y nos han dado tal vez, un mejor entendimiento de la palabra resiliencia y lo que significa ser resilientes. Y vaya que lo hemos sido, desde lo personal, cumpliendo a rajatabla la cuarentena, cuidándome así a mí misma y a otros también con un factor mayor de vulnerabilidad que la media común; adecuando las tareas cotidianas, esas tan asimiladas de manera natural durante toda una vida, que de un día para otro hubo que reaprenderlas adaptándolas a esta “nueva normalidad”. Digamos que ser resiliente, en criollo, es aguantar, y en este país conocemos de eso de sobra. Más de medio año aguantando las ganas de salir, de ser activa, de realizar mi trabajo como siempre lo he hecho, de ver familia y amistades, de llevar una vida normal digamos, aguantando por cumplir con la responsabilidad que a cada uno nos toca, y que debemos cumplir, si es que queremos cumplir con la premisa de nuestro Presidente, de que “la Patria es el otro”.

Somos resilientes porque seguimos aguantando la pandemia, y seguimos aguantando y adaptándonos a los cambios que eso conlleva, nos adaptamos a seguir viendo subir el dólar, bajar el peso, y como eso cambia los precios y nuestra economía ya debilitada de antes; pero seguimos. Nos adaptamos a trabajar desde casa y depender más que nunca de la tecnología, tecnología a veces esquiva para personas mayores que no nacieron con una pc o un Smartphone debajo del brazo como las nuevas generaciones; nos adaptamos a la distancia, a pesar de necesitar tanto a veces ese abrazo reconfortante; nos adaptamos a vivir nuestra vida detrás de un barbijo, entendiendo que con eso cuidamos la salud de los demás y la nuestra, salud que tantas otras veces hemos dejado “para más adelante”.

Los argentinos pareciera que somos resilientes por naturaleza ya casi, y si no, miremos hacia adentro, hacia el sector, ¿Cuántos embates, cuántas situaciones adversas y negativas ha enfrentado y ha salido victorioso o al menos no herido de gravedad? Si eso no es ser resiliente… Un sector que pasa los mismos pesares que los demás sectores, que sus asociados, que también ha tenido que saber reinventarse, o al menos apurar esos procesos de reinvención en los que hace tiempo venían poniendo en marcha. Un sector que ha sabido ser reconocido en medio de la pandemia como servicios esenciales, contando al fin con un poco de reconocimiento de la importancia que tiene para la sociedad el mutualismo; adaptándose también a los cambios, a la virtualidad como punto de encuentro, con los pares y con los asociados; brindando la ayuda y asistencia constante a los más necesitados –como siempre lo ha hecho pero ahora con el doble desafío de atravesar una pandemia-; un sector que nunca dejó de estar presente y que en pandemia redobló sus esfuerzos, siendo el mismo sector ampliamente afectado por la pandemia, porque no debemos olvidar la cantidad de entidades que no han podido abrir, brindar sus servicios, funcionar normalmente. Por eso hablo de resiliencia, y por eso creo que la palabra funciona para el sector y lo describe, y nos describe a todos los que estamos atravesando esta situación desconocida, única, atemorizante para muchos, y la atravesamos con la mayor entereza posible y mirando hacia adelante, cuando podamos volver a ser nosotros –cosa que de a poco se va logrando- con la esperanza puesta en las vacunas posibles.

Sigamos siendo resilientes, sigamos mirando hacia adelante, sigamos trabajando con el otro en mente, sigamos poniendo en alto los valores mutualistas y en alto su bandera, esa bandera que comparte los colores del arcoíris, y sí, sigamos mirando hacia el final del arcoíris, que vamos a encontrar el oro.

Noemí Gladys Gorriz