Pensamientos que construyen caminos

Actualidad Voces del Mutualismo

Bajo este título, FEMUCOR ha puesto en marcha una sección de entrevistas a referentes sociales, dirigentes, asesores etc. del sector mutual y cooperativo  para que nos hagan llegar sus reflexiones y pensamientos, sobre la crisis  desatada por la Pandemia.

Cada uno expresa su mirada sobre el tema convocante, a partir de tres preguntas que se plantean como disparadoras.

Hoy nos ofrece su mirada Domingo Benso, dirigente del Grupo Devoto e impulsor del desarrollo productivo, económico y social utilizando los instrumentos de la Economía Solidaria.

Le pedimos que realice un diagnóstico de situación, de la realidad de país y el mundo en el marco de la  crisis desata por la pandemia, sus causas y consecuencia.

La realidad del mundo, y por ende del país, se vio totalmente afectado por la llegada de la pandemia, algo inesperado y que solo veíamos en las películas de ficción. La necesidad de aislamiento, la cantidad de muertes, y muy especialmente la saturación de los sistemas de salud en varios países de Europa ( Italia, España, Francia, Reino Unido) llevó a que el Gobierno Nacional tomara precauciones para que esto no ocurriera en nuestro país, lo que finalmente generó una larguísima “cuarentena” con consecuencias económicas muy significativas, con una fuerte caída del PBI tanto de nuestro país como en el resto de los países del mundo, que fue paleado por una emisión de moneda tanto en la Unión Europea, como en Estados Unidos y en toda Latinoamérica.

Esta emisión no tuvo las mismas consecuencias en todos los países, porque nuestro país está inmerso desde antes de la pandemia en una profunda crisis económica que se vio agravada por la caída de la actividad económica y por la emisión monetaria para cubrir necesidades sociales  (y financiar déficit fiscal) empresariales evitando despidos (IFE; ATP, etc.), con las consecuencias que todo ello conlleva.

Mientras esperamos las vacunas, y con el cansancio que el aislamiento y el distanciamiento social están provocando, nos vamos acostumbrando a vivir de una manera “distinta”, resignado actividades sociales, deportivas, de esparcimiento, familiares y todo aquello que signifique contacto físico, hemos aprendido que la tecnología pasó a ser un aliado indispensable en estos tiempos de pandemia. Cómo será el año próximo? En el primer trimestre,  muy parecido al final del presente año, y se irá normalizando lentamente, lo que estoy seguro es que ya nada será como antes.

Los distintos sectores de la sociedad  a través de sus hechos, se han manifestado en esta crisis, a su entender cuál ha sido y es en este contexto, el rol que cumple el sector de la economía social y solidaria, constituido por mutuales y cooperativas.

El impacto de la pandemia en la Sociedad fue tan fuerte que surgieron muchísimas necesidades impensadas, la suspensión de actividades productivas (fábricas cerradas o trabajando a media máquina), cierre de algunos servicios (bares, restaurantes, peluquerías, cines, hoteles, etc.), generó un menor ingreso en muchas familias, lo que motivó una rápida reacción de las entidades de la economía solidaria, con ayudas económicas a tasas muy especiales, alargamiento de los vencimientos del pago de los servicios a los asociados, servicio de internet gratis para alumnos de bajos recursos, financiación de computadoras, etc. También ante la demanda de nuevos elementos textiles como tapa bocas, ambos, cofias, botas, etc. reaccionaron rápidamente muchas Cooperativas de Trabajo Textiles y fueron los primeros proveedores tanto a entes públicos como a los asociados. Es decir que las entidades de la economía social y solidaria, como siempre, estuvieron atendiendo las necesidades (especiales en este caso) de los asociados. Además, desde que asumió el nuevo Directorio del INAES se están realizando desde el organismo múltiples acciones para articular las acciones de muchas entidades que tienen necesidades similares, logrando que entidades productoras de bienes (en especial alimentos) puedan venderle directamente a otras entidades solidarias. En síntesis, son múltiples las acciones realizadas por las entidades del sector, como así también por  el INAES, en favor de sus asociados, debo decir que, no podía ser de otra manera.

¿Cuál será el  papel de la economía social y solidaria en la reconstrucción pos-pandemia, de una sociedad  que seguirá siendo igual? ¿o será posible construir una sociedad más justa, inclusiva y solidaria?

El mundo es muy injusto, muchos pobres, muchísimos, una franja importante de clase media y unos pocos ricos que concentran una enorme cantidad de recursos. En pueblos pequeños como el que yo vivo (Devoto), al igual que muchos  pueblos del interior de la provincia, la mayoría de los habitantes son de clase media, pocos pobres y diría que casi no hay indigentes, esto hace que sean mucho más fácil “igualar”, y mucho más ahora que  pudimos comprobar que la pandemia fue igual para TODOS, no hizo distinción de raza, clase social, género, religión, etc. Y dentro de la posibilidad de igualar, el sistema solidario es quien mejor interpreta las necesidades y encuentra soluciones. Nadie podrá lograr lo que nuestras entidades cooperativas y mutuales logran en cada pueblo, en cada ciudad, porque pude comprobar a través de casi cuarenta años en el sistema, el progreso, desarrollo, crecimiento de cada una de ellas. Nos espera un tiempo mejor, y deseo fervientemente que en cada rincón de nuestro país entre todos, con el esfuerzo propio y la ayuda mutua, logramos mejorar la calidad de vida de nuestros asociados.

Pensamientos que construyen caminos

Hoy nos ofrece su perspectiva Edgardo Form, Presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) y Vicepresidente 1° de COOPERAR.

1.- CRISIS SANITARIA EN UN MUNDO EN CRISIS
A partir del mes de marzo de 2020, un virus desconocido hasta el momento al que los
científicos denominaron Covid 19, comenzó a expandirse por todo el planeta provocando una
grave pandemia, con su trágica consecuencia de millones de muertos y otros tantos
recuperados con severas secuelas.
El coronavirus puso en jaque a la economía global, a los sistemas sanitarios y a la capacidad de los estados y las comunidades para enfrentar el gigantesco desafío con el menor costo social posible. Así, se puso de manifiesto la importancia de la salud pública para posibilitar el acceso de la población a los tratamientos médicos y, como contrapartida, quedaron en evidencia las enormes carencias de recursos para atender a los infectados y, en el peor de los casos, sepultar con dignidad a los fallecidos.
En rigor, la pandemia vino para agudizar lo que la globalización del llamado capitalismo salvaje, se ha caracterizado como una crisis civilizatoria. Esto es, la profunda desigualdad que prevalece en este mundo, donde a pesar de los gigantescos avances científicos y tecnológicos, hay más de mil millones de seres humanos que padecen hambre crónica, mientras un pequeño número de personas concentra la riqueza equivalente a lo que percibe media humanidad en todo un año.
A comienzos del Siglo XXI se instaló la consigna de que “otro mundo era posible”, a lo que el teólogo brasileño Leonardo Boff señaló que, en realidad, el lema debería ser “otro mundo es necesario”. Dicho en otras palabras, hay que cambiar al mundo para salvarlo.
La pandemia puso de manifiesto con toda crudeza la brecha entre los países ricos y aquellos
donde el grueso de la población sufre carencias crónicas. Así, por ejemplo, la falta de agua
potable es uno de los factores clave que provoca enfermedades y muerte, especialmente de los
sectores más vulnerables. Eso además de la falta de acceso a los servicios de salud, a una
vivienda digna, a un trabajo decente y a una educación de calidad.
La globalización del paradigma neoliberal ha concentrado la riqueza y generado una gigantesca exclusión social. Y frente a este panorama extremadamente grave y complejo, el Papa Juan Pablo II exhortó durante su magisterio a impulsar la globalización de la solidaridad. Y más recientemente, el Sumo Pontífice Francisco, en su recordado mensaje en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, hizo hincapié en la necesidad de garantizar el derecho universal de acceso a las Tres T: Tierra, Techo y Trabajo.
En estos meses de pandemia cayó en todo el planeta el PIB y según la OIT se perdieron más de 400 millones de puestos de trabajo. Pero la gran paradoja es que los sectores del privilegio
incrementaron sus ya gigantescas fortunas. Es que las crisis no afectan por igual a todas y
todos. Siempre hay quienes se benefician a costa de los demás.
Este es, con grandes trazos, el panorama contemporáneo en el contexto de la gravísima crisis
sanitaria. Y como dijera con acierto Francisco en la última Asamblea General de la ONU, se
puede salir mejor o peor. Por eso, como un aporte extraordinario al debate instalado sobre el
mundo de la pospandemia, el Papa argentino dio a conocer su carta encíclica Fratelli Tutti, con un análisis sólidamente fundado para la crítica del modelo dominante y las propuestas precisas y contundentes para construir un mundo que contenga a todos sus habitantes, para que nadie sea descartable, donde nadie quede atrás, como bien señaló en una reciente declaración la Alianza Cooperativa Internacional.
La República Argentina también ha recibido el impacto provocado por el Covid 19, expresado
principalmente en la caída de la actividad económica y en la agudización de la situación social
que ya venía agravada por las políticas aplicadas durante el período 2015 – 2019.
En efecto, el proceso de redistribución regresiva del ingreso durante esos años, a través de
medidas que redujeron dramáticamente el mercado interno, el gigantesco endeudamiento
externo, la aplicación de tarifas siderales para los servicios esenciales y el predominio de los
grandes grupos económicos como beneficiarios de las acciones conducidas por el Estado en ese lapso, constituyeron el escenario donde se instaló la pandemia.
Frente a ese panorama, el nuevo gobierno surgido de las elecciones generales de fines de 2019
fijó como una de sus prioridades asegurar el acceso a una alimentación adecuada para millones de compatriotas. Y a partir de marzo de 2020, la prioridad fue preservar la salud y la vida antes que la recuperación de la actividad económica. Para ello se tomaron medidas destinadas a poner en condiciones todo el sistema sanitario público, a la par de establecer normas para el aislamiento social preventivo y obligatorio.
Aun así, el número de muertos por el Covid 19 llegó a superar las 30 mil víctimas fatales. Pero al momento de redactar estas líneas, cabe destacar que en virtud de las políticas activas
instrumentadas por el Estado, tales como aportes para que las empresas conserven a sus
planteles laborales, así como el Ingreso Familiar de Emergencia y líneas de financiamiento para las PyMes, han comenzado a recuperarse diversos sectores, tales como la actividad industrial y de la construcción.
Volviendo a los conceptos enunciados en párrafos precedentes, podemos afirmar que se hace
necesario un cambio profundo de paradigma, tanto en la concepción de la economía, la política y la cultura. O sea, la construcción de un nuevo contrato social para lograr ese otro mundo necesario y posible, si así lo asumen los pueblos a través de la profundización de la democracia y la distribución equitativa de la riqueza.
En nuestra opinión, este es el gran dilema de la encrucijada histórica que vivimos.

2.- EL APORTE DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA.

Las cooperativas y mutuales de nuestro país también han recibido el impacto de la pandemia,
tanto por su incidencia entre los dirigentes, el personal y los asociados, como por el ya
comentado achicamiento del mercado interno.
En este contexto sumamente complejo, las entidades del sector vienen realizando un gran
esfuerzo para cumplir con eficacia y eficiencia el objeto social para el que fueron constituidas.
Por una parte, cabe destacar el compromiso con la preservación de las fuentes de trabajo, algo
que tiene un importante antecedente tras la crisis que estalló hacia fines de 2001.
En aquellas circunstancias las confederaciones representativas del mutualismo y el
cooperativismo presentaron a las autoridades nacionales un documento, con el compromiso de
mantener los respectivos planteles de trabajadores.
Sin perjuicio de esta conducta principista, la situación afectó seriamente a numerosas
cooperativas de trabajo, las cuales ya venían perjudicadas por las elevadas tarifas de los
servicios esenciales cuyo pago se hizo imposible.

En todas o la gran mayoría de las empresas del sector de la economía social y solidaria se
intensificó la creatividad para atravesar la pandemia en las mejores condiciones posibles. Esto
puso de manifiesto las ventajas comparativas del sector, basado en los pilares de la ayuda
mutua y el esfuerzo propio de los asociados y asociadas.
Asimismo, cabe destacar el aporte de recursos financieros e insumos críticos que un gran
número de mutuales y cooperativas brindaron al sistema de salud. Un aporte de suma
importancia que oportunamente habrá que dimensionar y dar a conocer a la comunidad y
también a las autoridades nacionales, provinciales y municipales, para que se conozca la
invalorable contribución del sector para mejorar la calidad de vida de la población, tanto en
estas circunstancias críticas como en todo momento.
Un dato que debe incluirse en esta breve reseña, es el papel que ha comenzado a jugar el
Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), a partir de la configuración de su directorio tras la asunción del nuevo gobierno, a fines de 2019. En tal sentido, recordamos con profundo respeto y valoración al Ingeniero Mario Cafiero, quien ocupó la presidencia del organismo hasta su fallecimiento, y al asumir el cargo planteó la necesidad de llevar al INAES a la calle, sostuvo que nuestro sector constituye el tercer motor de la economía e imprimió una dinámica a la gestión acorde con las exigencias de esta coyuntura inédita.

3.- COOPERATIVAS Y MUTUALES EN LA POSPANDEMIA

El escenario luego del fin de la crisis sanitaria, tanto a nivel mundial como en nuestro país,
incluirá principalmente la necesidad de recuperar la enorme cantidad de puestos de trabajo
perdidos y, consecuentemente, resolver la grave situación de millones de seres humanos que
cayeron en la pobreza y la indigencia. O sea que la prioridad estará centrada en mejorar las
condiciones de vida de las personas, muchas de las cuales ya sufrían grandes carencias antes de la pandemia, como consecuencia de las políticas neoliberales.
Estas urgencias no las resolverán los dedos invisibles del mercado, sino la articulación virtuosa del Estado con las múltiples organizaciones de la sociedad civil y muy especialmente las empresas de la economía social y solidaria.
Es más, como dijera el Papa Francisco, a quien mencionamos en el primero de los puntos
comentados, de la crisis se puede salir mejor o peor. Por lo tanto, si persiste el paradigma
dominante que privilegia la especulación financiera, la acumulación de riqueza en un extremo
cada vez más reducido de la comunidad y la creciente exclusión de millones de seres humanos, lo que viene será peor.
En cambio, como se sostiene desde el mutualismo y el cooperativismo, hay otro camino, el de
la solidaridad, el de la democratización de la economía y las finanzas, el que resultaría de un
nuevo contrato social sobre bases éticas y morales que pongan a las personas en el centro.
Las confederaciones representativas del sector en nuestro país han comenzado a transitar una
experiencia de integración institucional, cuya continuidad y profundización potenciarán el
aporte de la economía social y solidaria para resolver los enormes desafíos de la nueva etapa.
Cabe destacar que aún antes de la crisis sanitaria, en vísperas de las elecciones primarias en
nuestro país, las organizaciones nacionales del cooperativismo y mutualismo presentaron un
importante documento a todos los candidatos, con las propuestas y el compromiso del sector
para contribuir a dar soluciones eficaces y oportunas a las innumerables necesidades.

Hace más de un siglo y medio que las mutuales y cooperativas vienen trabajando en todo el
país, fieles a sus valores y principios, para responder solidariamente a los requerimientos de sus respectivas comunidades en materia de servicios de salud, consumo, vivienda, seguros, crédito, electricidad, telefonía, agua corriente y redes cloacales; producción, acopio y comercialización de productos agropecuarios; trabajo asociado y otras realizaciones más recientes.
Hay una rica experiencia acumulada y una enorme capacidad para organizar y prestar múltiples servicios. Y para que toda esta inmensa energía creativa se pueda desplegar en plenitud hacen
falta marcos normativos y políticas públicas que reconozcan la naturaleza del sector y fomenten su desarrollo. Es necesario concretar alianzas estratégicas entre el Estado y las mutuales y
cooperativas, respetando el principio de autonomía e independencia.
Hace falta, también, y esto es responsabilidad de los dirigentes del sector, fortalecer y
consolidar la integración institucional y operativa de las mutuales y cooperativas, tanto para
incrementar la producción de bienes y servicios con un sentido solidario, elevando su aporte al PIB, como para darle la indispensable visibilidad a lo mucho y bueno que realizan nuestras
entidades.
Sobre esto último habría que diseñar y poner en práctica una política comunicacional, para
tener una presencia sistemática en los grandes medios, más allá de los órganos propios de cada mutual y cooperativa destinados a sus respectivos asociados.
En síntesis, nuestro sector tiene el profundo anhelo de que a la salida de la pandemia
avancemos hacia un mundo mejor, donde el signo distintivo sea la solidaridad y el cuidado de la naturaleza, nuestra casa común.

Hoy ofrece su perspectiva Jorge Bragulat, Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona; Director del Centro de Estudios de la Economía Social de la Universidad Nacional de Tres de Febrero; Director de la Maestría virtual en Economía Social, Comunitaria y Solidaria, y Presidente del Centro de Iniciativas de la Economía Social, asociación civil.

  • Le pedimos que realice un diagnóstico de situación, de la realidad de país y el mundo en el marco de la crisis desata por la pandemia, sus causas y consecuencias.

La crisis desatada por la pandemia a nivel mundial puso de manifiesto la inequidad existente entre los países siendo los más pobres los más perjudicados; es decir los que no tienen reservas contracíclicas para amortiguar los efectos negativos. Y este panorama no se modifica, al interior de cada país donde la situación de injusticia social continúa. Los países y las personas más ricas seguirán siéndolo con más diferencias respecto de los países y de las personas más pobres. En nuestro país la política social implementada alcanza a poner un paliativo y si bien no modifica la estructura social, permite que se generen ingresos en las familias más pobres de forma que logren mantener el consumo, empezando por resolver las necesidades básicas. La inflación existente, acelerada por el imaginario colectivo de que los precios tienen que seguir al valor del dólar del mercado marginal, disminuye el impacto positivo que el Estado intenta lograr manteniendo el consumo básico con lo cual se mantendría, a su vez, la producción básica.

  • Los distintos sectores de la sociedad a través de sus hechos, se han manifestado en esta crisis, a su entender ¿cuál ha sido y es en este contexto, el rol que cumple el sector de la economía social y solidaria, constituido por mutuales y cooperativas?.

Cada sector, de forma corporativa, intenta no retroceder ante una crisis de magnitud general. Incluso, tienen esa actitud, sectores especulativos y no necesarios para el mantenimiento de cierta armonía en la ecuación: producción con consumo para que continúe la producción. Es visible que, en las situaciones críticas, las conductas institucionales y personales se agudizan: el individualista es más individualista y el solidario es más solidario. Con estas conductas extremas la brecha cultural se agiganta y la conflictividad social, si no hay una potente mediación a cargo del Estado, se agudiza. Esta situación tiende a que las tensiones sean cada vez más fuertes con riesgos de que en ciertos sectores de la sociedad “la cuerda se corte”.

Por otro lado la Economía Social es armonizadora ya que tiende a resolver situaciones grupales o sectoriales de crisis: por desempleo, por carencia de crédito, por falta de consumo, por problemas en la comercialización de pequeñas producciones, etc. Pero, que quede en claro, que trabajar para resolver estas situaciones no significa que la Economía Social sea sólo la ambulancia de los heridos que deja el capitalismo, sino que esta actitud es el principio para la generación de ingresos los que serán distribuidos equitativamente y, a partir de esa base será necesario seguir creciendo y desplazando, de manera solidaria, a los negocios lucrativos y, sobre todo, a los especulativos.

  • ¿Cuál será el papel de la economía de la social y solidaria en la reconstrucción pos-pandemia, de una sociedad que seguirá siendo igual? o será posible construir una sociedad más justa, inclusiva y solidaria?

La Economía Social siempre ha salido fortalecida de los espacios de crisis. Cuando la crisis fue la falta de crédito y la falta de ayuda financiera local, estuvieron presentes y crecieron las mutuales; cuando la crisis fue por el abuso en la cadena de comercialización de los productos del campo, nacieron las cooperativas agropecuarias; cuando la crisis fue la falta de agua, electricidad, etc, aparecieron las cooperativas de servicios públicos, cuando la crisis fue el desempleo surgieron las cooperativas de trabajo. Ahora, cuando la crisis es general la economía social estará surgiendo o resurgiendo en todos los espacios. En ese sentido no se pretende que la economía social reconstruya el sistema en la post-pandemia porque ello significaría que todo seguiría tan injustamente como antes. Tampoco se trata de ilusionarse con un cambio estructural de golpe o forzado, porque ello es imposible social y políticamente. De lo que se trata es que la economía social gane más espacio económico y lo consolide cuando se salga de la crisis. Es decir, que no sea una instancia momentánea sólo en la crisis. El objetivo es que se logre una presencia decisiva en la sociedad, que se la tenga que considerar por el propio peso que alcance y que, culturalmente, sea una organización (cooperativa o mutual), aceptada y elegida conscientemente por la gente. Lo que se espera es que la Economía Social pueda entrar en un proceso evolutivo potente a manera de “bola de nieve” que se agranda estando en movimiento.

Fuente: Prensa Femucor