Día del mutualismo en Argentina

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Desde Mutualismo Hoy, queremos desearles fuerza a todos los actores de la economía social y del sector, en medio de esta pandemia en la que, una vez más, el mutualismo demuestra lo que vale…un día del mutualismo distinto tal vez, pero con un sector presente al igual que siempre

El primer sábado de octubre se celebra el Día Nacional del Mutualismo, instituido oficialmente por el decreto 22.946 del 25 de septiembre de 1945, aunque el mutualismo argentino ya venía celebrando la existencia y las actividades solidarias de este movimiento desde mucho antes, según referencias encontradas en antiguos documentos. 

El decreto fundamenta la fecha, considerando que «el mutualismo constituye en el país, actualmente, un esfuerzo ponderable de agremiación, alcanzando una magnitud y un relieve insospechado; que el desarrollo de la acción privada de dichas instituciones redunda en beneficio de la masa obrera del país, evitando en sí el pauperismo; que el punto de partida de los sistemas de seguro social lo construyeron las organizaciones mutualistas sobre los mismos principios fundamentales que dieron vida a éstas; que todo lo que el Estado haga por intermedio de sus organismos oficiales para difundir y estimular el mutualismo, significará un movimiento de profundo contenido social».

Según la definición más repetida, el mutualismo es un sistema de carácter social que se creó para ocuparse del bienestar material y espiritual de las personas y demostró ser una de las formas asociativas más eficaces para cumplir ese cometido.

En consecuencia, las mutuales son asociaciones y no sociedades, ya que no persiguen la obtención de lucro, sino prestar un servicio, desarrollando en forma permanente actos de interés social. Son entidades abiertas, integradas por personas que libre y democráticamente se unen para un fin común.

Surgimiento y evolución

Blas José Castelli afirma en su libro Mutualismo y Mutualidades, que los grupos humanos más primitivos, expresaban su solidaridad mediante la ayuda recíproca; se socorrían ante ciertas contingencias de la vida, tales como enfermedades, necesidades extraordinarias de la familia, vejez o muerte. Seis mil años atrás, En el Antiguo Egipto, existían asociaciones integradas por agricultores que residían en las márgenes del Río Nilo, estableciendo sistemas de protección mutua, protegiéndose en caso de inundación y otras catástrofes climáticas. Dos mil años antes de Cristo, en la era de los Babilonios, funcionaban sociedades de crédito para prestar ayuda a artesanos y pequeños agricultores. En Palestina, se conformaron instituciones de ayuda recíproca de mercaderes para proteger a las caravanas que trasportaban alimentos y efectos varios. En Grecia, una buena parte de la población, pertenecía a una asociación que aseguraba a sus integrantes, el entierro en cementerio y un funeral decente; fueron las precursoras de las asociaciones de profesionales y económicas.

Los romanos fueron de los primeros en crear estructuras mutuales formalizadas jurídicamente; dándole nacimiento a los colegios romanos. Uno de los más antiguos es el de Artes y Oficios; los cuales poseían por finalidad la ayuda recíproca entre los participantes. Durante la Edad Media, en Italia funcionaban las llamadas «guildas»; centros de actividades sociales con regencia de fondos comunes, que prestaban asistencia a sus adherentes, mediante pensiones para las personas con algún tipo de discapacidad física, subsidios a las viudas y servicios fúnebres.

En la Edad Moderna, con el objetivo ayudar a los asociados en sus necesidades más imperiosas, las mutuales comienzan a brindar servicios vinculados con operaciones económicas. Se destacan las «cajas de socorro y seguro» de Alemania, destinadas a auxiliar a trabajadores imposibilitados y a ancianos.

En Italia, Francia, España, Inglaterra y Portugal se constituyen organizaciones similares.

A fines del Siglo XVIII, el sistema mutualista realizaba grandes aportes para la transformación social, con la participación de trabajadores en asociaciones de ayuda mutua.

Simbología

El emblema actual con el que se reconoce la labor mutual fue adoptado como tal al llevarse a cabo en Buenos Aires el IV Congreso Nacional de Mutualidades, dado que el movimiento no disponía de simbología propia. A partir de entonces, se adoptó el emblema que está formado por círculos que contienen la figura de la familia representada en la letra M.

La parte derecha de la letra representa al padre de familia, la izquierda a la madre y el centro al hijo.

El movimiento mutual se apoya, al igual que el movimiento cooperativo, en valores como la solidaridad, la ayuda mutua, la equidad, la democracia, la libertad, la reciprocidad, la sinceridad, la autoestima, entre otros.

Una sociedad es más justa y equitativa cuando es solidaria, y el mutualismo hace más de dos siglos viene trabajando en ello. 

La bandera

El mutualismo posee singulares características, por lo que se hace necesario diferenciar la bandera del Movimiento Cooperativista que posee los colores del arco iris con la bandera del Movimiento Mutualista a la que se le agrega el emblema mutual.

Dado que el blanco era el único color ausente en la bandera hasta el momento de su adopción, se entendió que se lo debía incluir dentro del paño sobre un triángulo blanco que contuviera un círculo de color celeste sin el emblema del mutualismo, simbolizando la familia.