LAS MUTUALES AYUDAN A SALIR DEL ESTANCAMIENTO

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Por el Lic. Blas José Castelli

Es necesario, en la Argentina actual, planificar y concretar modificaciones con agudeza, ingenio y perseverancia en el orden social. Esto exige consolidar organizaciones que, como las mutuales, están dotadas de atributos simples y positivos para el progreso comunitario.

Hay que cambiar la fisonomía de los rezagados, que comprende a la que, hasta hace pocos años fue clase media, y a las clases más bajas aún. Sólo la solidaridad ayudará a superar dificultades y devolverá la fe a esa mayoría de desesperanzados, que se han vuelto descreídos, porque se los ha llevado por un camino donde se transita entre la duda y la esperanza.

Es necesario aunar esfuerzos, consolidar las unidades de base, e ir eliminando, con certeza, las normas que se instalaron en su ruta en los últimos años, que le impiden el paso. Un espíritu nuevo debe radicarse prontamente en la voluntad de miles de hombres y mujeres deseosos de progresar. De salir de su estancamiento. Y, para ello, nació – y actúa – el sistema solidario, que se acrecienta con la voluntad de su propia fuerza.

Hace varios años que el mutualismo argentino enfrenta a diario una nueva batalla, a veces, lamentablemente, con los gobiernos, que no lo interpretan por desconocimiento de su obra o por intereses contrarios a su sublime accionar.

Es plausible, meritorio, recordar a los que tienen poder de decisión política, que la acción mutual reviste una trascendencia que sobrepasa la más grande de las especulaciones académicas.

Así actúa y se muestra al mundo como el régimen cubierto de convivencia generosa, pacífica.
Se trata, como hemos sostenido en otras circunstancias, “de la reafirmación de la conciencia de los pueblos nobles que se arriesgan a resolver sus necesidades en libertad, excluyendo las extrañas a sus propios esfuerzos”.

Las transformaciones sociales que se ponen en práctica, y están divorciadas del mutualismo, no cobran vida, no podrán obviar la suficiencia que tienen estos métodos que confieren capacidad absoluta a los propios interesados para autogobernar sus intereses, crear prestaciones con el objeto de servir exclusivamente a los asociados sin especulaciones de ninguna naturaleza.

Si pretendemos superar de sus carencias principales a una buena parte de la población y encauzarla por caminos aptos que conduzcan a las más fecundas realizaciones, no dudemos en afirmar que el mutualismo es la herramienta que proporciona los medios más eficaces para el logro de tales entidades.

Cuando los que tienen la responsabilidad de gobernar un país, en sus distintos niveles, compartan y hagan realidad las enunciadas premisas, llevaremos a los hombres y mujeres al plano de una fecunda y armónica convivencia.

La explosión asociacionista que se observa en muchos países es un hecho promisorio y demostrativo de la toma de conciencia comunitaria. La grandeza de las naciones se asienta en las bases de su vida solidaria. Todo esfuerzo que, como el realizado por las asociaciones voluntarias, contribuye a proyectar a los pueblos hacia una meta de grandeza y de bienestar.

Las asociaciones mutuales y su crecimiento constante demuestran, por una parte, el espíritu solidario y generoso del pueblo; y, por otra parte, que la conciencia de comunidad es cada vez mayor como consecuencia del proceso de integración social.

No podemos silenciar a abnegados dirigentes mutualistas que continúan trabajando permanentemente en muchos países por el bienestar del pueblo. Lo realizan silenciosamente, en muchos casos sin advertir lo noble de su actividad, siempre con tesón, persistencia, firmeza.

Bs. As., enero 2014